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miércoles, 18 de octubre de 2023

En boca cerrada...


Esta es una expresión graciosa, pero también fuerte, dado que dice mucho de lo que debemos y no debemos hacer. 

Seguramente más de una vez escuchaste esta frase, utilizada por nuestros padres, profesores, amigos, mentores, u otras personas, que dice: “En boca cerrada no entran moscas”.  

El proverbio de Salomón

El Rey sabio tenía otra forma de decir esto, y lo leemos en el Libro de los Proverbios 13:3

El que guarda su boca guarda su alma, pero el que mucho abre sus labios acaba en desastre

En la versión TLA dice:

El que cuida lo que dice protege su vida; el que sólo dice tonterías provoca su propia desgracia.

Y en la versión NTV leemos:

Los que controlan su lengua tendrán una larga vida; el abrir la boca puede arruinarlo todo.

Porqué hablamos mal. 

La lengua es pequeña pero también -ciertamente- incontrolable. La reacción por responder muchas veces es inmediata, y una vez que salieron esa o esas palabras de nuestra boca, es imposible borrar lo dicho, así cómo resulta difícil reparar el daño, dado que las palabras producen vida y bendición, pero también muerte y destrucción.

La carta de Santiago dice que la lengua es un elemento que usamos para bendecir, pero que, también, muchas veces la usamos para declarar maldición, y esto no debería ser así. (Santiago 3:10).

Si nos ponemos a pensar, ¿cuántas veces hemos quedado presos de nuestras palabras? Compromisos, promesas, opiniones, comentarios, impresiones. Nuestra lengua es un arma peligrosa, que incluso sin ser conscientes de lo que decimos nos puede traer problemas. Lo difícil de todo es que esos problemas no se solucionan sencillamente. Las palabras en ciertas ocasiones causan graves daños, y normalmente, se genera en nuestro entorno más cercano (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc,).

ES POSIBLE FRENAR LA LENGUA

No es imposible. Quiero animarte y desafiarte a que podamos aprender a refrenar nuestras palabras.  Es un buen ejercicio y trae muchas recompensas agradables. 

Que cada vez que usemos esta capacidad que tenemos pueda ser con un fin y un propósito loable, pero no a nuestro criterio, sino sujeto a la voluntad y a la opinión de Dios. No permitamos que nuestra lengua nos deje presos o, incluso, en deuda con otros por el simple hecho de que no podemos cerrar nuestra boca. 

¡Cómo nos gusta tener la última palabra! Sin embargo, aprendamos que nada malo tiene quedarnos con la palabra en la boca sabiendo que si la soltamos estamos envenenando y lastimando a otros. Algo que me ha ayudado mucho es lo que dice en Proverbios 17:28, "aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido". El solo hecho de abrir la boca a veces es suficiente para destruirte, y por eso la enseñanza reza que cuando callamos somos contados por entendidos, y es así.

También, como lo dice Santiago 3:11, que de mí broten palabras que sean agua dulce y no agua amarga. Que cuando use mi boca al hablar honre a Dios de la misma manera que cuando la uso para orar o para cantar en su honor. 

Mi oración es: Señor que mis palabras sean instrumento de edificación y de bendición.

HAY PODER EN LA PALABRA

Lo que hemos olvidado con el tiempo es que las palabras tienen poder. Es realmente extraordinario pero está demostrado que lo que decimos genera una influencia o positiva o negativa en nosotros mismos y en los demás. Si todos los días te dices a ti mismo que no servís para nada y te juzgas, lo más probable es que finalmente te convenzas de eso. 

Pero si todos los días repites que lograrás tus objetivos, que terminarás tus estudios, que tratarás bien a los demás, que amarás a tu prójimo, que servirás con alegría en tu trabajo, que no juzgarás a nadie, lo más probable es que efectivamente tus actitudes cambien y comiences a cosechar las bendiciones de las palabras bien dichas. Por eso, bendición es decir bien, y maldición es decir mal, mal decir. 

Recuerda: "La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos"(Proverbios 18:21).

El que guarda su boca, guarda su alma.


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