En una conversación, uno de ellos preguntó en todo familiar y amigable, si ¿quién era él?
Las miradas se entrecruzaron, y luego de interminables segundos, respondió el interrogado, rápidamente, pues soy el Director aquí, a lo que el otro le interrumpió bruscamente, preguntándole con insistencia, no, no te pregunté qué haces o qué cargos tienes, te pregunté si ¿quién eres?.
La pregunta retumbó. La respuesta más sencilla fue
- soy.... eh..., bueno un ciudadano común, hijo, padre, esposo, no sé, no sé qué quieres que te diga.
Ese tipo de respuestas es muy común entre nosotros. No sabemos quienes somos y por ello vagamos sin rumbo.
Es importante conocer nuestra identidad. Para ello, debemos saber de dónde provenimos, y esa es una interrogante con una respuesta sencilla, pues todos provenimos de Adán, de Dios, y por ello, somos hijos del Dios.
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