En mi ciudad se cuenta esta historia de la importancia de la publicidad, dado que cambió una vida, extraordinariamente, o por lo menos sus circunstancias.
Pasaba una hermosa editora publicitaria por la ciudad, un día cualquiera, caminando hacia una reunión y observó a un mendigo ciego pidiendo limosna, con un cestito de mimbre delante de sus pies y un cartel al lado que ponía: "ESTOY CIEGO"
La mujer vio la lata vacía, con muy pocas monedas y decidió actuar. Escribió algo en el cartel y se retiró, no sin antes que el ciego percibiera -a medias- quién era.
A la vuelta, horas después, pasó de nuevo por delante del mendigo y comprobó como había cambiado la situación, tenía la lata llena de monedas, rebosaban por los alrededores.
Entonces saludó al mendigo y él la reconoció de inmediato y le preguntó: "no sé lo que escribió en mi cartel, pero desde que lo hizo empecé a escuchar monedas sin cesar. Algo increíble, le estoy muy agradecido. Incluso hay personas que me dan ánimos, nunca me había pasado nada igual".
.-"No me tiene nada que agradecer. Que pase un buen día" - se despidió la mujer, quien había escrito en el cartel debajo de la palabra "ES UN HERMOSO DÍA Y NO PUEDO VERLO: